Sonaba Alondra Bentley y su "Human" cuando llegó a su destino: el pequeño bosque de acebuches y encinas que custodiaba el Corazón de Jesús de piedra que se erigía como un sueño sobre los campos de hierba.
Le faltaba la respiración pues había forzado ligeramente la última serie de su rutina de entrenamiento con tres minutos de carrera en lugar de dos: estiramientos cinco minutos, caminar a paso rápido cinco minutos, trote dos minutos, caminar a paso normal tres, carrera, dos minutos, alta velocidad un minuto, otra vez trote cinco.
Sudaba, le estallaba el pecho, se notaba las mejillas encendidas y los dedos de las manos se habían hinchado ligeramente. Intentó hacer rodar su anillo de boda. Siempre lo hacía cuando estaba en una situación difícil. Su dedo estaba tan hinchado que apenas se movió. Sonaba Alondra Bentley en su iPod, se quitó un auricular y se sentó a los pies del cristo. Le dolían los gemelos. Escondió su cabeza entre las piernas, todo le daba vueltas. Y entonces empezó a llorar, lágrimas que no cesaban, que mojaban su camiseta mojada, que se colaban en su boca y la llenaban de mar. Las pulsaciones no lograban bajar en esa situación. Pasó un buen rato hasta que logró calmarse y el pecho dejó de escocer. Entonces, enderezó su espalda, alzó su barbilla al cielo y miró la estatua con desesperanza.
- ¿No puedes verme? -preguntó en un susurró. Se quitó el otro auricular pero no apagó la música. La escuchaba lejos, vibrando en su cintura, como un coro de ángeles.
- ¿No puedes oírme? -volvió a preguntar. ¿Sabes? Creo que ha llegado el momento. No sé si todo era una prueba para permanecer o para cambiar, todavía no lo sé y por tanto no sé si finalmente he fracasado o he vencido al fin, pero llegó el momento. No puedo más, no puedo seguir con esto. Él se ama más a si mismo. Oh, no, no es eso, tú lo sabes, no es que se ame más a si mismo, es que ama más a su orgullo. Eso es más importante que todo lo demás. Yo confiaba...Han pasado tres años. Han pasado catorce. Tú sabes todo lo que he aprendido. Más que él. Él no quiere aprender. Llegó el momento...
Permaneció en silencio. Le hubiera aterrado escuchar una respuesta y al mismo tiempo la esperaba.
De pronto escuchó un leve crujir de hojarasca. Se levantó de un salto pensando que pudiera ser una rata. El ruido venía de la cara posterior de la enorme escultura. Cautelosamente y con el corazón palpitando giró hacia allí.
Y descubrió un ciclista que recogía su bicicleta intentando no hacer mucho ruido, avergonzado por haber tenido que escuchar la confesión.
Ella enrojeció de vergüenza y balbuceó un perdón. Él también se disculpó.
Y así era como contaban a sus hijos, diez años después, cómo se habían conocido.
Los caminos del Señor son inescrutables...
ResponderEliminarBesos.
Ja, ja, cierto, cierto...
EliminarEse encuentro fue a espaldas del señor
ResponderEliminarNunca mejor dicho, Garriga! :)
EliminarQué manera de conocerse. Una presentaciones más originales.
ResponderEliminarAbrazo.
Es que la vida es una sorpresa continua...:)
EliminarMoraleja; cuando se hace difícil andar por el camino ...mejor girar en el primer "Corazón de Jesús" que se encuentre.
ResponderEliminar:)
Besos
Millor que qualsevol cantó! :) Besada!
Eliminartots ens fem preguntes reals quan arriba el moment; però no trobo gaire versemblant que un ciclista sigui la solució...
ResponderEliminarGatot, qui parla de solucions? són girs que dóna la vida, sense voluntat explícita...
EliminarLa vida ja és això: fer esforços físics i sentimentals. M'agraden els posts que em fan somriure al final, mirant la pantalla com un tontet. I tu ho aconsegueixes sovint.
ResponderEliminarJe, je, m'agradaria veure aquest somriure tontet un dia...:)
ResponderEliminarQuizás sea mejor conocerse así, sin fingimiento, en plena desnudez del espíritu.
ResponderEliminarbesos
Seguro que sí, sin máscaras...
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