La pensadora era mala en matemáticas. Sin embargo, se pasaba el tiempo calculando con palabras, haciendo operaciones de aritmética, de lógica y de estadística, sumando, restando, multiplicando y dividiendo, todo con palabras. Por ejemplo, pensaba "soledad" y le sumaba "gato pardo de pelo corto y ojos amarillos". El resultado sin saber cómo, era una habitación pequeña pero cálida con una ventana con visillos que daba a un mar embravecido. Sonaba una aria triste y un gato pardo de pelo corto y ojos amarillos dormitaba sobre las rodillas de una mujer tranquila. Ella le hablaba como si fuera un niño y le acariciaba detrás de las orejas. Las paredes eran muy blancas, los cojines muy granates. Aplicando una regla de tres un poco arbitraria aparecía un hombre alto con una taza de té humeante. Después dividía la escena por la palabra "fatal destino" y todo desaparecía reduciéndose a un papel escrito con letras desiguales: "Cariño mío, no puedo regalarte la casa que soñamos..." y así encadenaba operaciones, una tras otra y matemáticamente pensaba historias. Algunas las escribía.
Precioso! Se dice que el concepto matemático más difícil de comprender es el infinito. QUé no haría tu pensadora con él.
ResponderEliminarRepito: Precioso relato, te felicito!
Muchas gracias, José...creo recordar además que conoces esta escultura, no? :) preciosa Alicante, me recordó mucho a mi Palma de Mallorca...Un abrazo!
EliminarY qué es la poesía sino matemáticas
ResponderEliminarSólo cuando rima :)
ResponderEliminarA mí me pasa lo mismo.
ResponderEliminarQue raro eh!!!
El salvaje y la pensadora. Te reto a un cuento...
EliminarBellas matemáticas... precioso relato. Por cierto, algo pasa con mi reader y tu nueva casa... no termina de ir bien.
ResponderEliminarYa...ya no se me lee tanto en general, hay algo que no circula. No sé qué hacer...no tengo ni idea.
EliminarEs una especie de sinestesia, pero aplicada a otro ámbito.
ResponderEliminarUn escrito muy sugerente :)
besos
Lo que me sugirió la imagen...:) gracias, Raindrop.
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